Primero la timidez. Luego la ira. Ahora el orgullo, la incertidumbre, el miedo...
Así es cada situación en la vida: desaparece un problema y enseguida surge otro; una vez que logras cerrar un ciclo se abre uno nuevo. Y a veces resulta muy agobiante.
Pero me alegra que sea de esta manera, pues si no hubieran problemas qué resolver, la vida perdería emoción y sentido.
O sea, si tu problema tiene solución, ¿por qué te inquietas más de la cuenta? Y si es imposible resolverlo, ¿por qué te preocupas?
Así de claro.
miércoles, 24 de junio de 2009
lunes, 8 de junio de 2009
Mi disfraz emocional

Tengo que admitirlo.
Nunca aprendí a defenderme. Estoy desarmada. Ni siquiera tuve escudo.Me siento casi desnuda. Sin armas y sin vestidura apropiada,con las heridas a flor de piel y más cicatrices anímicas que físicas, por los estigmas del pasado. Mi carne se ha endurecido lo suficiente para constituir una coraza, pero aún no aprendo a usarla. Mis sonrisas son sinceras, pro sé que no bastan. Por lo tanto, me veo en la necesidad de ponerme un disfraz emocional, coloreado de optimismo artificial, porque el solo hecho de expresarme y mirar a los ojos a alguien me hace vulnerable.
Pues, nada, que soy demasiado romántica y los que me rodean son tan insensibles. Ya con la máscara de la amabilidad puesta, intentaron hacerme daño. La etiqueta del salvajismo me impone actuar con violencia y allí la inteligencia, o lo menos el buen uso de ella, no tienen cabida. Por favor, si lo mío es hablar bonito... Puedo ser inteligente y sin embargo se empeñan en hacerme quedar como la propia imbécil. Entonces, ¿De qué sirve la inteligencia si no sabes defenderte sino con la ley del más fuerte? ¿Te amortajarán con el "disfraz emocional"?
Yo me niego a eso. Quiero ser yo misma sin apertrecharme por ningún disfraz.
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